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79
Había demasiado silencio.
Normalmente cada vez que le llevaban una loba a su macho reproductor durante la noche, solía haber sonidos saliendo de la
celda, no muchos y en varias frecuencias, pero si había. Entonces era de suponer que algo raro estaba ocurriendo.
Uno de los cazadores que custodiaba el pasillo avanzó algo preocupado. Apretó la vara eléctrica en su mano cauteloso.
Entraría en una celda con dos lobos en celo. Uno de ellos, un macho que intentaría proteger a la hembra con que se estaba
apareando y con el carácter del lobo de seguro lo atacaría.
Tragó en seco y acercó la mano a la manigueta y la comenzó a bajar con cuidado creando un chirrido oxidado. Aun así, no
sintió sonido dentro. Frunció el ceño, algo no estaba bien. Abrió la puerta con la vara en la otra mano y entró. La luz del pasillo
inundó la habitación y su pie se posicionó en el suelo escuchando un leve chapoteo. Cuando miró abajo sus ojos se abrieron
Sangre. Mucha sangre.
Su primera impresión era que el macho había matado a la hembra que le habían llegado, pero al enfocar su vista se dio cuenta
que el cuerpo tirado en el medio de la celda no era ni pequeño no de color claro.
-No-exclamó. Lo que veía era al macho reproductor sobre un enorme charco de sangre de su garganta desgarrada. Sus ojos
completamente blancos. El lobo estaba muerto. El hombre entró en pánico. Aquello no podía ser, quien había matado al macho.
Corrió hacia él y lo miro desde arriba. Acaso.... Buscó con la mirada por los alrededores de la habitación para escuchar como la
puerta se cerraba detrás de él con un sonido sordo.
El cazador miró por encima del hombro para no encontrar nada, su cuerpo se hizo prisionera de la oscuridad. Apretó la vara en
alerta y cuando miró hacia adelante un dolor fuerte lo recorrió desde el pecho haciendo que, aunque su boca se abriera no
pudiera dejar salir un solo sonido.
Bajó su cabeza encontrando que una mano se enterraba en su pecho. Esta retrocedió saliendo empapada de sangre dejando
un hueco letal en su cuerpo. La sangre bañó al lobo que estaba debajo de él y su cuerpo se precipitó al suelo perdiendo la
esencia de su vida. Antes de que el mundo se le volviera completamente negro pudo ver una pequeña silueta de una mujer, con
dos orbes completamente carmesí cerca de él. Clara esperó que el hombre se quedar inerte en el suelo sin respirar. Miró su
mano ensangrentada y la lamió haciendo una mueca de asco. Primero el macho, después al cazador, Nunca había matado
tanto en una misma noche. No se sentía realmente bien, pero era un mal necesario, No tenía intenciones de quedarse en aquel
lugar atrapada como un útero reproductor
Ella podía recordar por lo que había pasado la otra Clara con aquel lobo, los recuerdos eran bastante difusos producto del
miedo y los episodios de desmayo, pero estaban ahí y eran bastante desagradables. El olor de él aún estaba impregnado en su
cuerpo. No sería algo fácil de superar, al menos para la otra Clara que era la que había estado consciente, pero no se podía
quedar en una esquina todo el tiempo llorando,
Tragó en seco y se guardó sus sentimientos, no era momento de ello. Debía centrarse. Agarró el cuello de la ropa del hombre y
comenzó a quitársela. Retiró la camisa que estaba llena de sangre y el pantalón. Necesitaba pasar desapercibida. Al menos el
chaleco que llevaba no había sido manchado, así que lo cerró al vestirse cubriendo la mancha de sangre. Agarró la gorra y
cubrió su cabeza recogiendo su cabello.
Tomó la vara en su mano y les dio un último vistazo a sus víctimas. Quizás esa noche habría más sangre corriendo por sus
manos. Ahora... debía ir a sacar a los demás lobos en aquel lugar. Su instinto lo dictaba y no se detendría en hacerlo. .