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Capítulo226
-¿Por qué?– preguntó Beatriz con lágrimas en los ojos, mientras las lágrimas seguían cayendo
Ella parecía la protagonista de una película, ya que Ema le había dicho que esto sería lo más efectivo,
que los hombres son más propensos a ser conmovidos por este tipo de emociones.
-¡Exacto, por qué!– de repente, sonó el sonido de una cascada que bajaba por el río, desde el piso
de arriba.
Todos miraron y vieron a Clara caminando con ligereza, sosteniendo un maletín en la mano, con una
ligera elevación de su delicada barbilla y una actitud relajada, mientras bajaba las escaleras.
Comparada con Beatriz, que estaba llorando y tenía una expresión desagradable, Clara parecía tan
elegante y con gracia.
Beatriz abrazó fuertemente a Alejandro, con un destello frío brillando en sus ojos mientras miraba
el rostro sonriente de Clara.
Alejandro frunció ligeramente el ceño, colocando sus manos sobre los hombros de Beatriz en un gesto
para apartarla. Pero a los ojos de Clara, parecía que estaban siendo afectuosos y cariñosos.
No es de extrañar que Alejandro quisiera que viniera a la casa a recoger sus cosas. Si ella no
Follow on NovᴇlEnglish.nᴇthubiera venido, ¿cómo podría ver este buen espectáculo?
En este momento, Clara solo quería correr a casa para darse un baño y cambiarse de ropa. Todas las
cosas que Alejandro había tocado le parecían sucias.
-Beatriz es tu prometida. Ella vino desde muy lejos a buscarte, ¿por qué no la estás viendo? Qué
corazón tan cruel- Clara sonrió mientras miraba a Beatriz. -No te preocupes, Beatriz, solo vine a
recoger mis cosas y me iré. Ustedes dos pueden continuar. Les deseo felicidad eterna.
Alejandro sintió cómo su garganta se tensaba, su apuesto rostro oscureció y su sangre bullía en su
pecho.
Beatriz estaba llena de odio, pero después de haber sido humillada en la fiesta de cumpleaños de
su abuelo, no se atrevía a enfrentarse a Clara de nuevo en este momento.
-Todo lo que dejé aquí, especialmente las cosas que le di a Alejandro, no las quiero más. Te dejaré la
tarea de lidiar con la basura después de que te mudes aquí. Escuché que es de mala suerte tener
cosas de un ex junto a ti, puede afectar la relación matrimonial.
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Después de dar instrucciones de manera concisa, Clara tomó su maletín, caminó con paso ligero
frente a ellos y salió de la mansión.
Beatriz quedó atónita, al igual que todos los sirvientes presentes.
Cuando Clara vio a Beatriz, en lugar de mostrar envidia o enojo, sonrió y parecía muy feliz. Clara
realmente tenía una mentalidad amplia y podía manejar grandes problemas.
Mientras Clara salia por la puerta principal llevando su maletín y usando chanclas, Alejandro ya no
pudo contenerse y la persiguió apresuradamente.
-Alejandro–gritó Beatriz con fuerza, mientras él la empujaba violentamente, y ella cayó
miserablemente sobre la mesa de té. Tazas y platos se rompieron por todas partes y se cortó la
muñeca, incluso su falda se rasgó.
Mientras tanto, Leona, que se había estado escondiendo arriba, observó toda la situación con rabia,
apretando los dientes y golpeando el suelo con frustración.
Clara llevó su maletín, usando sandalias, salió por la puerta principal.
-¡Clara, espera!— llamó Alejandro con urgencia, tratando de alcanzarla.
Pero ella simplemente siguió caminando, como si no hubiera oído nada.
-¡Alejandro! ¡He comprado los zapatos para la Señora!
En ese momento, César regresó con sudor en la frente, sosteniendo una bolsa de artículos de lujo.
Follow on Novᴇl-Onlinᴇ.cᴏmAlejandro se apresuró y alcanzó a Clara en tres pasos, bloqueando su camino y arrebatándole la
bolsa.
-Aquí tienes–le entregó los zapatos.
Clara miró hacia abajo por un momento, tomó los zapatos y no dijo nada, pasando junto a él.
Alejandro sintió un profundo cambio en sus ojos, su corazón tenso finalmente encontró alivio.
Esta era la primera vez que ella aceptaba algo que él le dio, una sensación de satisfacción sin
precedentes creció en su corazón.
Sin embargo, en el siguiente segundo, Alejandro quedó estupefacto y tembló violentamente.
Miró con asombro cómo Clara levantaba su brazo y, sin siquiera mirar, arrojaba los costosos
zapatos, valorados en miles de dólares, directamente al basurero.
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César sintió como si alguien le estuviera apretando el cuello y apenas podía respirar. Aunque solo
alcanzó a verlo de reojo, pudo ver claramente la expresión de Alejandro en ese momento, con los ojos
llenos de heridas, como un campo devastado por la guerra.
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